Recuerdo la tarde de ayer, tú dormido sobre mi cama,
mientras yo te miraba y fumaba desde aquel sillón,
desde allí te vi y te disfruté nuevamente, sin que te dieras cuenta.
Me acurruqué en mis pensamientos y te recorrí con la mirada,
mientras la habitación se llenaba del humo de aquel cigarro.
En tus sueños te diste vuelta y me mostraste tu rostro apacible,
te vi de perfil y te desee una vez más, una vez más tuve ansias de ti.
Me acerqué hacia tu cuerpo y te acaricie con mis manos,
levanté las sábanas que te cubrían y volví a enterrarme debajo de ellas.
Busqué con mis manos el conocido calor de tu cuerpo,
y éste me respondió estremeciéndose debajo de mis manos.
Estuviste dispuesto a amarme nuevamente, sin prejuicios… sin temores.
Me tomaste entre tus brazos me atrajiste hacia tu cuerpo,
y en un giro inesperado me llevaste debajo de ti,
para luego enseñarle a mi cuerpo a dejarse amar con libertad.
Recuerdo la tarde de ayer, tus besos, tus caricias, tu cuerpo...
Hoy espero que vuelva a sonar el teléfono como ayer,
y mientras espero, vuelvo a encender mi tercer cigarrillo pensando en ti…